Seguro que os habéis dado cuenta que las últimas semanas he estado un poco ausente, he leído poco y he escrito menos aún. Este mes de julio estoy tirando principalmente de entradas que ya tenía preparadas desde hace días, y la razón no es otra de que estoy en plena mudanza.
Después de seis años de hacer —y deshacer— maletas, de viajes eternos en tren y de despedidas que te rompen, por fin, la casa de los Brandon es una realidad. Parecía que este día nunca iba a llegar y de repente han dejado de ser planes futuros susurrados una noche tumbados uno al lado del otro. Por delante me quedan semanas para empaquetar toda mi vida y poner rumbo a más de 350 kms de la que ha sido mi casa los últimos veinte años. Semanas para empezar a construir juntos esa vida que siempre soñamos tener y que tanto se resistía en llegar. Semanas para hacer mía esa nueva rutina y volver con vosotros con más ganas que nunca.
Me ha costado mucho escribir esta entrada, la he empezado de maneras diferentes y todas ellas he terminado borrando y empezando de nuevo. Quizá sea esa sensación de despedida que se apodera de mi mientras tecleo, las despedidas me ponen tremendamente triste y mi corazón estos días está hecho un guiñapo por la acumulación de ellas. Pero esto sólo es un hasta luego, me ausentaré un tiempo hasta que me acomode un poco y después volveré. Palabrita.
Prometo hacerlo más pronto que tarde. ¿Me esperareis?
Os voy a echar mucho de menos.
- 16.7.16
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